El término perro de convivencia se aplica en general a todos los perros de trabajo
que nos echan una mano (o una pezuña), para facilitar la vida de todas aquellas
personas que padecen algún tipo de discapacidad, ya sea física o psíquica. Un perro
de estas características hará la vida de su dueño más fácil, permitiéndole una mayor
libertad e independencia
de movimientos, mejorando su calidad de vida.
Por otra parte, los perros de convivencia pueden ser adiestrados para facilitar la
integración en su entorno de niños autistas, o con Síndrome de Dawn, e incluso
actuar como verdaderos terapeutas en casos de depresión.
En AIROR hemos colaborado con clínicas geriátricas del país, en la rehabilitación
de pacientes. De los perros hemos aprendido que son capaces de tener reacciones
que los humanos identificamos como afectivas, y que son, por tanto, perfectamente
capaces de interrelacionarse
e interactuar con nosotros.
En AIROR seleccionamos y elegimos el perro que mejor se adapte a las
necesidades de cada persona. No se trata de elegir una raza determinada, sino un
ejemplar concreto para cada caso, tras un detallado análisis y estudio de cada
situación
particular.